El corte es profundo, tanto que la sutura, de producirse, tardará décadas en cerrarlo. A un lado quedan los políticos, sus patrocinadores en la sombra y los palmeros mediáticos que los sostienen, dedicados todos a instilar el veneno de la discordia civil. Al otro, los individuos que, ante una tragedia nacional, se ayudan y se protegen. Qué mal trago estarán pasando ahora las banderías del Congreso de los Diputados al escuchar el testimonio del hombre anónimo que saca del coche a la mujer anónima antes de que el agua los arrastre. O al enterarse de que un montón de desconocidos son capaces de coordinarse improvisadamente para ponerse a salvo en una autopista anegada. ¿Y las dos Españas?, se preguntarán sin percatarse todavía de que las únicas dos Españas que existen son ellos y nosotros.
Seguir leyendoMes: octubre 2024
Persona y personaje
«He llegado al límite de la contradicción entre persona y personaje»
Íñigo Errejón
El distingo es tan semántico como metafísico. En su origen, «persona» (del latín «persona», y esta del griego «prósopon») es la máscara teatral que oculta al personaje. La máscara de Edipo, a través de la abertura de la boca, amplifica el sonido y hace que sus palabras lleguen hasta las últimas gradas del teatro. El espectador griego nunca verá a Edipo, sino la imagen de su máscara. Todos los Edipos de todos los teatros de la Hélade tienen los mismos rasgos y, por tanto, son la misma persona. Sin embargo, el personaje, siempre escondido, son muchos personajes a la vez, tantos como consigue dibujar la imaginación del público. A partir de entonces todo estará al revés durante siglos: la persona será la ficción; el personaje, la realidad que esta ha velado.
Seguir leyendoLa amenaza de la historia
Podemos estar tranquilos. El enfrentamiento social no ha llegado todavía. El verbo despreciativo y violento no ha salido del Congreso de los Diputados ni de las redes sociales. No ha ensuciado el vituperio la tienda de barrio. Se mantiene limpia de odio la atmósfera de las ciudades. Los compañeros de trabajo no se insultan ni los matrimonios se querellan. El ruido y la propaganda de los medios de comunicación no han acabado con la silenciosa rutina de la gente. El mundo de allá no ha contaminado la vida de acá. Por ahora seguimos a salvo. La historia no ha invadido nuestra intrahistoria.
Seguir leyendoLectores
John Kennedy Toole nunca vio publicada su obra. La conjura de los necios, escrita en 1962, salió a la luz en 1980, cuando el autor llevaba muerto once años. Las personas que, hasta entonces, habían leído la novela eran muy pocas: el propio escritor, los lectores de las editoriales que la rechazaron y la madre, Thelma Toole, cuya contumacia hizo posible que la novela fuese editada finalmente. La anécdota no sólo da cuenta del consabido arquetipo de la obra maestra que es injustamente ignorada. Hay en ella algo más importante que, por demasiado obvio, pocas veces se piensa: que la historia de los libros es, en el fondo, la de la gente que los lee.
Seguir leyendoLo que los vivos dicen de los muertos
Nunca nadie es el objeto de tantos pensamientos a la vez como cuando muere. Nunca se indaga, se escarba tan profunda y obsesivamente en las escenas compartidas de una vida como cuando esa vida ya se ha acabado. Nunca tantas conexiones cerebrales dedican conjuntamente tanta energía por una persona como cuando esta pasa a ser un recuerdo. Incluso el que no conoció al difunto íntimamente hace el esfuerzo (gesto universal donde los haya) de recuperarlo del olvido en cuanto conoce la noticia. La memoria es la antesala de una pequeña concordia humana formada de repente por las sinapsis de múltiples cabezas enfocadas en una misma evocación. Es como si, en el fondo, sólo pudiéramos existir para los demás una vez muertos. Como si nuestra ausencia del mundo fuese la única garantía que tenemos de seguir estando presentes.
Seguir leyendoTerroni
Los españoles que visitan el sur de Italia creen que se trata de una zona atrasada y bárbara. Como su actitud no es la del turista septentrional, siempre predispuesto, desde los tiempos del Grand Tour, a descubrir el folclore de las culturas que cree inferiores, les cuesta ver con agrado sus ciudades desastradas y sucias. Piensan que los italianos meridionales (terroni los llaman despectivamente sus compatriotas) se han quedado anclados en una especie de incivilidad atávica, mientras que ellos han sabido aprovechar las oportunidades que les ha brindado el progreso. Movidos por la consabida insolidaridad de clase, esta es la impresión que tienen, sobre todo, los que provienen de regiones que comparten una tradición reciente de subdesarrollo. En qué se parecerán, piensan, el aseado orden de nuestra Sevilla y el caos imposible de su Palermo. ¡Ni punto de comparación!
Seguir leyendoSer y estar
Si ya suena raro «estar» feliz, más raro sonaría «ser» contento. Esto ocurre porque se concibe «ser feliz» como una permanencia, y «estar contento» depende simplemente del instante. Y también porque el que está contento se ha puesto sin quererlo, y quien se cree feliz se lo propone previamente. La mala fama de estar contento viene de ese «estar» que lo acompaña. «Estar» suele considerarse como una sombra de «ser». Creemos que, como estar contento depende de la ocasión, es inferior a ser feliz. Pero nos equivocamos. Para estar contento basta con vivir; la felicidad, en cambio, hay que buscarla porque jamás se encuentra entre nosotros. Y es precisamente de esa búsqueda de donde salen los dogmas actuales acerca de ella, y, sobre todo, las vidas destinadas a frustrarse por no alcanzarla nunca.
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