Civilización

Como todos los países, España alberga muchos pecados originales, pero, a diferencia de sus vecinos europeos, el del nacionalismo no está entre ellos. De hecho, casi siempre han pinchado en hueso los intentos de inocularle un veneno de esa índole; veneno que, cuando ha hecho efecto, nunca ha pasado del folklorismo decimonónico o de la retórica nacionalcatólica, tan infértiles ambos como la mayoría de los pedregales donde encalla la historia. 

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