Últimamente, una extraña pereza se adueña de mí cuando me dispongo a poner algo por escrito. Extraña porque nunca había sentido que la pereza pudiera ser tan gozosa. Antes, no escribir me sumía en una suerte de atonía melancólica que me llenaba de impaciencia. Ahora, sin embargo, pensar en hacerlo me produce un íntimo rechazo del que no soy capaz de sobreponerme. Por vez primera, creo que el acto de escribir ha perdido toda trascendencia, que, cuando no es una señal de vanidad, no busca nada más allá del propio ensimismamiento. Y por si fuera poco, veo en esa vacuidad un estorbo que me impide centrarme en las cosas del mundo, en cocinar, en leer, en viajar, en hablar con los amigos, en hacer el amor. Es decir, por primera vez, siento que la escritura me quita tiempo para la vida.
Seguir leyendoMes: marzo 2025
Sobre el miedo
No lo sabíamos todo sobre el miedo. Aunque lo habíamos conocido en situaciones donde éramos capaces de sentirlo, jamás habíamos experimentado el miedo colectivo. El veintiuno es el siglo en el que las sociedades volvieron a tener miedo: al terrorista, a la pobreza, a la enfermedad, a la guerra, al fin del mundo. Pero este miedo nos ha terminado marcando a unos más que a otros.
Seguir leyendoJose
Si uno es lo que recuerda, si al final resulta que no cabe otra identidad que no sea la propia memoria, puedo decir, un poco a la manera de Flaubert, que Jose soy yo, que forma parte de mí y que, cuando murió, se llevó un trozo de lo que ha sido la historia de mi vida. Pienso en el hipotético caso de que nuestros destinos nunca se hubieran cruzado y me doy cuenta de que yo sería alguien distinto, un hombre muchísimo peor, menos afortunado, bastante menos sabio tal vez. En una vida sin Jose, no habría descubierto los senderos que llevan a la belleza del mundo. En ese universo donde no llego a conocerlo, mis oídos estarían sordos y mi corazón tan frío como la muerte que me lo ha quitado. Porque yo no habría escrito aquellos primeros versos que, en el verano del 93, prepararon el terreno para la poesía que aún (cada vez con más dificultad) albergo dentro de mí. Ese ritmo oculto de las cosas sin nombre que él, sin saberlo, me descubrió tan generosamente.
Seguir leyendo