Poética del espacio

Pienso si no será el espacio lo más importante de nuestra existencia. Si, al final, el escenario donde sucede es la sustancia que la constituye. Si el tiempo que pasamos en un lugar no supone más que un simple cambio de estado de la materia misma. Lo sólido del territorio sublimándose en lo gaseoso de la cronología. Porque, cuando me acuerdo de mi vida pasada, el paisaje lo condiciona todo. Para mí, la memoria es una plaza, una habitación, una ciudad, una playa. Y creo que, sin el espacio, no tiene sentido el tiempo. En especial, cuando ese espacio donde transcurre parte de nuestra vida se abandona para siempre y se convierte en un mito personal. En un illud tempus. En un érase una vez. En una región del aire que se torna sagrada.

Seguir leyendo

Lo que los vivos dicen de los muertos

Nunca nadie es el objeto de tantos pensamientos a la vez como cuando muere. Nunca se indaga, se escarba tan profunda y obsesivamente en las escenas compartidas de una vida como cuando esa vida ya se ha acabado. Nunca tantas conexiones cerebrales dedican conjuntamente tanta energía por una persona como cuando esta pasa a ser un recuerdo. Incluso el que no conoció al difunto íntimamente hace el esfuerzo (gesto universal donde los haya) de recuperarlo del olvido en cuanto conoce la noticia. La memoria es la antesala de una pequeña concordia humana formada de repente por las sinapsis de múltiples cabezas enfocadas en una misma evocación. Es como si, en el fondo, sólo pudiéramos existir para los demás una vez muertos. Como si nuestra ausencia del mundo fuese la única garantía que tenemos de seguir estando presentes. 

Seguir leyendo

Sayonara, cine

No hay género artístico más determinante en mi vida que el cine. Más incluso que la literatura o la música. Existen libros que me han marcado profundamente, por supuesto, y canciones que parecen haber sido compuestas para mí. Pero sólo el cine es capaz de añadir a esas experiencias un trasfondo emocional que raras veces he encontrado en otros lugares. Y, sobre todo, una obstinación, una profesión de fe que hace que cualquier instante del pasado tenga su referencia cinematográfica. 

Seguir leyendo

Retrasados

He descubierto la música de los noventa con treinta años de retraso. Llevo un tiempo escuchando insistentemente Loveless en mis auriculares, y me pregunto dónde estaba yo metido en aquella época para haber ignorado esta obra maestra de My Bloody Valentine. No es la primera vez que me sucede algo así. Me ha pasado con Paul Auster, por ejemplo; leí Leviatán hace un año y me hice la misma pregunta. Se supone que cada generación tiene una geografía común, un talismán que convierte en cómplices a sus miembros, momentos del pasado donde todos han coincidido puntualmente. Pero existe una minoría de personas que siempre llega tarde.

Seguir leyendo

Save the past!

Yo soy de los que creen que solo existe el pasado, que la única materialización posible de los acontecimientos se realiza cuando estos ya han sucedido, y que tanto el futuro como el presente son construcciones mentales basadas, respectivamente, en la proyección de una memoria episódica, y en el espejismo de un continuo que nos induce a pensar que vivimos en el ahora. No, ni el mañana ni el ahora se dan jamás en nuestra vida, ni se asumen como tales porque son inaprensibles; ambos fluyen en una dirección y solo pueden ser concebidos cuando se represan en el recuerdo. El mañana y el ahora son, en el fondo, puro ayer.

Seguir leyendo