Terroni

Los españoles que visitan el sur de Italia creen que se trata de una zona atrasada y bárbara. Como su actitud no es la del turista septentrional, siempre predispuesto, desde los tiempos del Grand Tour, a descubrir el folclore de las culturas que cree inferiores, les cuesta ver con agrado sus ciudades desastradas y sucias. Piensan que los italianos meridionales (terroni los llaman despectivamente sus compatriotas) se han quedado anclados en una especie de incivilidad atávica, mientras que ellos han sabido aprovechar las oportunidades que les ha brindado el progreso. Movidos por la consabida insolidaridad de clase, esta es la impresión que tienen, sobre todo, los que provienen de regiones que comparten una tradición reciente de subdesarrollo. En qué se parecerán, piensan, el aseado orden de nuestra Sevilla y el caos imposible de su Palermo. ¡Ni punto de comparación!

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Fascismos

Opina el comentarista político que Giorgia Meloni es fascista, que Italia es un peligro para el resto de Europa y que solo la volatilidad del voto de los italianos puede explicar que los de Fratelli d’Italia hayan obtenido tan buenos resultados en las últimas elecciones. Pero lo más importante (añade) es que la ultraderecha está renaciendo en todo el continente y nadie parece preocupado. Así que, según él, urge un pacto entre los partidos democráticos para que los hermanos de Italia sepan (concluye en un calculado arrebato poético) que «con la fraternidad de los europeos no se juega».

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