Elogio de la distancia

A medida que pasan los años, una misteriosa fuerza centrífuga me va alejando de las cosas. Tanto que ahora no concibo ver el mundo si no es a unos cuantos metros de distancia. Estar lejos es mejor que estar cerca. De hecho, tienes un problema si, a cierta edad, no llegas a esa conclusión. Lejos y cerca son, además de dos posiciones en el espacio, dos maneras de vivir en tu propio tiempo. El propincuo es un niño eterno, alguien apegado al equívoco del detalle, que es lo que suele ofrecer la cercanía. Con la distancia, en cambio, salimos de la infancia y hacemos que la mirada acceda a la versión completa del paisaje.

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