La idea consistía en que los alumnos de 1º de Compensatoria cometieran un acto terrorista. El tema estaba claro desde el principio: «¿por qué no quiero seguir estudiando en el instituto?». Luego escribiríamos un pequeño texto, doscientas palabras apenas, que respondería a la pregunta y trataría de convencer a quien lo leyese de que era injusto que la ley obligase a permanecer encerrados en una cárcel a chavales que estaban deseando ponerse a trabajar cuanto antes. Finalmente, imprimiríamos los panfletos en DIN A3 y, sin que nos vieran, como un comando ultrasecreto, los pegaríamos en las puertas de todas las aulas.
Seguir leyendoMes: enero 2023
Instapoetas
Dentro de quinientos años se seguirá leyendo el Romancero gitano, pero casi todos habrán olvidado Poeta en Nueva York. Para un estudiante del siglo XXVI, el primero continuará siendo más accesible que el segundo. La rotundidad de mi aseveración se basa en que esto ya ocurre hoy. El Romance sonámbulo, pese a la dificultad de sus imágenes, llega a más alumnos que Vuelta de paseo. Solo lo que se entiende puede gustar. Es una de las leyes de la lectura. Sin embargo, lo mayoritario en poesía suele provocar desconfianza. La pulsión elitista de saberse una «inmensa minoría» aún pesa en la valoración de la obra.
Seguir leyendoMadrid
Dos almas ha ofrecido la historia a las capitales europeas. Dos almas y dos rostros que son espejos de sí mismas. A uno se asoman aquellas a las que no les importa exhibirse; a otro las conscientes de su desaliño. Las primeras son urbes de guías y autofoto, donde la monumentalidad desborda por los cuatro costados cardinales. La emoción en ellas no da tregua; de tanto sentirla, el visitante acaba por no sentir nada en absoluto. Frigidez de lo sublime. Roma, Praga, Londres o Lisboa, quitando envergaduras y habitantes, tienen un centro intacto, esencialista, donde las avenidas discurren como lo hacían cuando nacieron y los edificios son escoltas leales y enamorados. Ciudades bellísimas porque las han proyectado élites preocupadas por el futuro qué dirán. Y también porque la belleza extremada es siempre taxidérmica.
Seguir leyendoMe voy a ir yendo
En esta vida puedes irte o puedes estar a punto de irte, pero lo que ocurre cuando te vas a ir yendo es otra cosa muy distinta. Irse a ir yendo es convertir el estar a punto de irse en algo durativo, hacer proceso del instante, constancia de la fugacidad. Solo el español es capaz de expresar esta aparente paradoja. Por un hallazgo así, merecería estar en el parnaso de las lenguas. Ser el rey de todas ellas. Cuánta belleza y sutilidad caben en un verbo con doble aspecto. El doble aspecto trasciende la gramática. Por un lado, lo que va a empezar; por otro, lo que se queda indefinidamente en la intención de quien lo enuncia. Irse a ir yendo es a la lingüística lo que el gato de Schrödinger a la física.
Seguir leyendoEl camino de las tres negaciones
Cernuda dejó escritos once libros de poemas, Salinas ocho y Machado, entre ediciones y reediciones, cuatro. Yo, en apenas doce años, llevo publicados seis. No pretendo presumir; únicamente me limito a constatar un hecho: a este ritmo de publicación, llegaré a los ochenta años con un lustroso currículum de más de veinte libros. Lo que me lleva a suponer, no solo que antes se escribía muy despacio (y quizá, por ese motivo, mejor), sino que ahora se publica muchísimo más rápido. Y, sobre todo, que cualquiera (yo, por ejemplo) puede hacerlo sin problemas.
Seguir leyendoLiteral
No se habla lo suficiente de la muerte de la escritura. No se habla lo suficiente del genocidio de las letras. De cómo la imagen o el pictograma, que son precisamente el origen del grafo, están acabando poco a poco con todo lo gráfico. No se habla lo suficiente de la involución cultural que supone el uso masivo de los emojis, de los stickers o de los gifs. De esta vuelta a la pared de la roca. Al mamut y al bisonte. A la fría oscuridad de la caverna.
Seguir leyendo