En esta vida puedes irte o puedes estar a punto de irte, pero lo que ocurre cuando te vas a ir yendo es otra cosa muy distinta. Irse a ir yendo es convertir el estar a punto de irse en algo durativo, hacer proceso del instante, constancia de la fugacidad. Solo el español es capaz de expresar esta aparente paradoja. Por un hallazgo así, merecería estar en el parnaso de las lenguas. Ser el rey de todas ellas. Cuánta belleza y sutilidad caben en un verbo con doble aspecto. El doble aspecto trasciende la gramática. Por un lado, lo que va a empezar; por otro, lo que se queda indefinidamente en la intención de quien lo enuncia. Irse a ir yendo es a la lingüística lo que el gato de Schrödinger a la física.
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