En esta vida puedes irte o puedes estar a punto de irte, pero lo que ocurre cuando te vas a ir yendo es otra cosa muy distinta. Irse a ir yendo es convertir el estar a punto de irse en algo durativo, hacer proceso del instante, constancia de la fugacidad. Solo el español es capaz de expresar esta aparente paradoja. Por un hallazgo así, merecería estar en el parnaso de las lenguas. Ser el rey de todas ellas. Cuánta belleza y sutilidad caben en un verbo con doble aspecto. El doble aspecto trasciende la gramática. Por un lado, lo que va a empezar; por otro, lo que se queda indefinidamente en la intención de quien lo enuncia. Irse a ir yendo es a la lingüística lo que el gato de Schrödinger a la física.

En realidad, nadie se va cuando se va a ir yendo, sino que se queda yéndose muy despacio, como una hoja que nunca termina de caer. Un me voy a ir yendo es, en sí mismo, un ensayo sobre el tiempo. En un me voy a ir yendo, el mañana adquiere de pronto la durabilidad del ahora. El instante inaprensible no se convierte en porvenir porque de pronto el porvenir se siente presente. Por eso, irse a ir yendo es también un tratado sobre la insatisfacción y los deseos. El porvenir quiere ser presente, es su tiempo sentido. Más que de una perífrasis verbal, se trata de toda una disforia transverbal. El porvenir ha nacido en el cuerpo equivocado del futuro y, con irse a ir yendo, se contempla al fin en el espejo de su propio delirio cognitivo.

En el momento en que alguien dice que se va a ir yendo, está utilizando, sin saberlo, la forma más depurada del idioma. Quien se va a ir yendo es el último eslabón de una cadena donde lo popular jamás se ha sometido a lo culto. El español ama el genio del pueblo. No es como el francés, inventor de la academia, ni como el rudo anglosajón, cuya alma utilitaria todo lo tergiversa. El español ha hecho de la ductilidad lingüística una seña de identidad. Es capaz de unir tres verbos idénticos sin despeinarse. Tres clones de una misma idea que triplica su significado. El español del me voy a ir yendo no es español. Es metaespañol. Es español mil punto cero. Es la lengua del futuro.

Imagen de Juani Fernández Amor.

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