Los profesores de literatura llevamos mucho tiempo confundidos. Pensamos que nuestra labor se corresponde con el fomento de la lectura, y que, por tanto, hemos de ofrecer a los alumnos libros que los enganchen a leer. Ha cundido la idea de que la lectura no debe salir del marco adolescente ni costar excesivo trabajo. Todo ello provoca que los clásicos españoles hayan ido desapareciendo de nuestras clases. De hecho, son estos imperativos de restricción temática y de comodidad lectora los que hacen de las clases de literatura un hábitat hostil a los clásicos, pues está en la naturaleza de estos exceder cualquier límite de referencia y necesitar una lectura atenta y laboriosa. Es decir, un clásico es la antítesis de los valores educativos que imperan hoy en los institutos. Por esa razón, cada vez hay más profesores en contra de incorporarlos al temario.
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Poética del espacio
Pienso si no será el espacio lo más importante de nuestra existencia. Si, al final, el escenario donde sucede es la sustancia que la constituye. Si el tiempo que pasamos en un lugar no supone más que un simple cambio de estado de la materia misma. Lo sólido del territorio sublimándose en lo gaseoso de la cronología. Porque, cuando me acuerdo de mi vida pasada, el paisaje lo condiciona todo. Para mí, la memoria es una plaza, una habitación, una ciudad, una playa. Y creo que, sin el espacio, no tiene sentido el tiempo. En especial, cuando ese espacio donde transcurre parte de nuestra vida se abandona para siempre y se convierte en un mito personal. En un illud tempus. En un érase una vez. En una región del aire que se torna sagrada.
Seguir leyendoTerroni
Los españoles que visitan el sur de Italia creen que se trata de una zona atrasada y bárbara. Como su actitud no es la del turista septentrional, siempre predispuesto, desde los tiempos del Grand Tour, a descubrir el folclore de las culturas que cree inferiores, les cuesta ver con agrado sus ciudades desastradas y sucias. Piensan que los italianos meridionales (terroni los llaman despectivamente sus compatriotas) se han quedado anclados en una especie de incivilidad atávica, mientras que ellos han sabido aprovechar las oportunidades que les ha brindado el progreso. Movidos por la consabida insolidaridad de clase, esta es la impresión que tienen, sobre todo, los que provienen de regiones que comparten una tradición reciente de subdesarrollo. En qué se parecerán, piensan, el aseado orden de nuestra Sevilla y el caos imposible de su Palermo. ¡Ni punto de comparación!
Seguir leyendoMaestros anticuados
Es un problema de perspectiva. Creemos que la enseñanza ha de trazar un camino que conduzca hacia el futuro. Estamos convencidos de que el papel del profesor consiste en ayudar a que los alumnos lo recorran. Y, sin embargo, nada de lo que se enseña pertenece al futuro. Ni siquiera al presente. Las clases de biología son un compendio de conocimientos pretéritos. Algunos teoremas matemáticos tienen milenios de existencia. No solo el profesor de historia mira hacia atrás; también lo hacen el de física, el de música, el de tecnología, el de educación plástica. Cuando un chaval descubre algo nuevo en una de esas materias, en realidad está aprendiendo cosas muy antiguas.
Seguir leyendoCurso 92-93
Quien vea la memoria como un largo y tortuoso camino que llega hasta el presente me entenderá cuando digo que toda vida tiene varias (en realidad pocas) paradas donde adquirimos las partes de algo que, finalmente, será la imagen que tenemos de nosotros mismos. En mi caso, si hay un momento determinante, ese es el curso 92-93, año en que estudié COU y coincidí con los amigos que me hicieron amar la literatura.
Seguir leyendoRetrasados
He descubierto la música de los noventa con treinta años de retraso. Llevo un tiempo escuchando insistentemente Loveless en mis auriculares, y me pregunto dónde estaba yo metido en aquella época para haber ignorado esta obra maestra de My Bloody Valentine. No es la primera vez que me sucede algo así. Me ha pasado con Paul Auster, por ejemplo; leí Leviatán hace un año y me hice la misma pregunta. Se supone que cada generación tiene una geografía común, un talismán que convierte en cómplices a sus miembros, momentos del pasado donde todos han coincidido puntualmente. Pero existe una minoría de personas que siempre llega tarde.
Seguir leyendoPro nostalgia
En la Dissertatio Medica de Nostalgica oder Heimweh, publicada en 1688, el médico alsaciano Johannes Hofer inventa un término para definir la tristeza que ha observado en algunos soldados suizos que están lejos de su patria. Aunque en alemán ya tiene un nombre, Heimweh (deseo intenso de estar en casa), Hofer une magistralmente los vocablos griegos nóstos (regreso) y álgos (dolor), y deja para la posteridad la hermosa palabra «nostalgia», «el dolor del regreso», la melancolía que provoca el afán por volver al hogar, que es a la vez espacio y tiempo, tierra originaria y pasado. La nostalgia es un viaje que suele culminar en el interior de uno mismo, porque es a uno mismo a donde siempre se regresa.
Seguir leyendoSave the past!
Yo soy de los que creen que solo existe el pasado, que la única materialización posible de los acontecimientos se realiza cuando estos ya han sucedido, y que tanto el futuro como el presente son construcciones mentales basadas, respectivamente, en la proyección de una memoria episódica, y en el espejismo de un continuo que nos induce a pensar que vivimos en el ahora. No, ni el mañana ni el ahora se dan jamás en nuestra vida, ni se asumen como tales porque son inaprensibles; ambos fluyen en una dirección y solo pueden ser concebidos cuando se represan en el recuerdo. El mañana y el ahora son, en el fondo, puro ayer.
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