Sin épica

Del mito al logos, pero también del mito al epos (la palabra que sirve para narrar). Son las dos sendas que recorre el pensamiento occidental. Por la primera transita la filosofía; por la segunda, la literatura. La primera se llamará en un primer momento física; la segunda, épica. Quizá sea en esta última donde resida la prueba más incontestable de que la concepción judeocristiana y marxista de la historia, siempre apuntando hacia el futuro en una línea recta que alberga la promesa de un final, es una burda mentira. Habitamos una espiral que avanza, sí, pero que también vuelve sobre sí misma en un plano diferente, como un mandala vertiginoso e infinito, sin un origen claro y, por supuesto, sin objetivo, sin redención.

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