Hay en la arquitectura comunista un evidente lustre religioso. Por mucho que, en apariencia, lo nieguen los fundamentos sobre los que se erige, así lo demuestra la grandilocuencia de su monumentalidad. Puesto que no busca la belleza, se trata de un esplendor que apenas esplende y pasa desapercibido para el observador despistado. Pero está ahí, como la manifestación de una avergonzada autoconciencia. Queriendo, al mismo tiempo, callar y confesar que no sólo se siente consagrada, sino que estarlo es el único objetivo que persigue.
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Regeneracionistas
No existe nada más español que querer regenerar España a cada instante. Es el hecho diferencial de una nación que tan sólo entra en la modernidad cuando, gracias a la labor de zapa afrancesada, asume el rechazo de lo que es para querer ser otra cosa y terminar haciendo tabula rasa. A partir de entonces, este desiderátum perpetuo será la secreta consigna que los intelectuales patrios irán heredando, independientemente de su adscripción ideológica. Del liberalismo negrolegendario de Blanco White, al pesimismo conservador de Larra; de aquella «España que alborea» machadiana, a la que «empieza a amanecer» de José Antonio; de la cruzada nacional de Franco a esa España del PSOE que no va a reconocer «ni la madre que la parió». Y de ahí, a las plazas del 15-M, a la nueva normalidad postcovid, al «tiempo nuevo de convivencia y prosperidad» que nos ha de procurar la ley de amnistía.
Seguir leyendoDecencia común
El corte es profundo, tanto que la sutura, de producirse, tardará décadas en cerrarlo. A un lado quedan los políticos, sus patrocinadores en la sombra y los palmeros mediáticos que los sostienen, dedicados todos a instilar el veneno de la discordia civil. Al otro, los individuos que, ante una tragedia nacional, se ayudan y se protegen. Qué mal trago estarán pasando ahora las banderías del Congreso de los Diputados al escuchar el testimonio del hombre anónimo que saca del coche a la mujer anónima antes de que el agua los arrastre. O al enterarse de que un montón de desconocidos son capaces de coordinarse improvisadamente para ponerse a salvo en una autopista anegada. ¿Y las dos Españas?, se preguntarán sin percatarse todavía de que las únicas dos Españas que existen son ellos y nosotros.
Seguir leyendoEntre ruinas
Se termina un camino que comenzó hace treinta y cuatro años con la aprobación de la LOGSE. Cuanto aquella ley pretendía en su preámbulo se cumple con pasmosa precisión ahora. Sabemos que todo ese tiempo sólo ha sido una preparación para el presente. Lo sabemos porque la actual LOMLOE, con su oposición explícita a lo que con desprecio denomina como «saberes enciclopédicos», da carta de naturaleza a la indolencia y normativiza definitivamente la incultura. Por eso digo que se acaba un camino. Un camino en el que el PSOE (con la complicidad del PP) ha desmantelado la enseñanza española para adaptarla a la principal exigencia del sistema productivo: abandonar para siempre el ideal de ciudadanía ilustrada y convertir las escuelas en las fábricas del nuevo proletariado.
Seguir leyendoCárceles obligatorias hasta los dieciocho años
La propuesta del PSOE no es nueva; ya amagó con ella hace unos años, cuando era ministro Ángel Gabilondo. Pero que no sea nueva no significa que deje de ser una pésima noticia. Y lo es esencialmente porque pone de manifiesto, no sólo la enorme distancia que existe entre la comunidad educativa y la clase política, sino la irreconciliable disparidad de intereses que guían a una y a otra. En los institutos se sabe que la mayoría de los casos de indisciplina se da entre chavales que tienen muy claro que no quieren seguir estudiando. De hecho, que cumplan los dieciséis años es algo que siempre acogen con alivio tanto los profesores que tienen la desgracia de darles clase como los alumnos que sí desean estudiar. Por ello, mantenerlos en una cárcel obligatoria dos años más únicamente puede empeorar una situación que, en algunos centros, es ya insostenible.
Seguir leyendoContra la democracia
Como con la edad me he vuelto aristotélico, debo confesar que estoy radicalmente en contra de la democracia. No de «esta» democracia, cuidado, sino de todas las democracias en general. Yo, como Aristóteles, considero que la democracia es una forma política desviada que tiende a la tiranía. Esto no solo lo dice el de Estagira; lo advertirá Tocqueville en La democracia en América veintidós siglos después. La democracia es totalitaria porque no se autocontrola. Cuando permites que las mayorías gobiernen sin freno alguno, estás instituyendo la dictadura de la masa. La masa es un cuerpo gigantesco repleto de músculos y de nervios, pero carente de un cerebro que la haga responsable de sus actos. La masa es poderosa y estúpida. Someterse a sus arbitrariedades es el peor castigo para el individuo. Antes morir a manos de un solo tirano que pisoteado por miles de ellos.
Seguir leyendoCiudades iluminadas
Hasta el siglo XIX, el hombre vivió solo de día. Anteriormente, rara vez se había atrevido a adentrarse más allá del crepúsculo. La noche era un vasto y misterioso territorio donde acechaban alimañas y enemigos emboscados. Es Frederick Albert Winsor quien acaba con ella al iluminar con gas Pall Mall en 1805. El alumbrado público consigue que el día alcance por fin sus veinticuatro horas de edad y que los miedos atávicos se llenen de colores nunca vistos. A partir de ese momento, lo desconocido abandonará las tinieblas de lo sobrenatural y se apropiará del difuminado impresionista de las farolas eléctricas y las lámparas belle epoque.
Seguir leyendoNacionalismos ecuménicos
Una de las grandes paradojas de los nacionalismos es que su existencia depende de la coartada histórica. Es una paradoja porque semejante necesidad contiene, al mismo tiempo, la semilla de su destrucción y de su fortaleza. Por un lado, los enfrenta a la cruda realidad de la carencia que los amenaza: los nacionalismos tienen mitos en vez de historia. Aunque, por otro, les confiere la osadía suficiente como para convertir el mito en historia. Es eso precisamente lo que ocurre cuando a los Studia Humanitatis del Renacimiento les suceden los estudios filológicos del Romanticismo. Frente a la universalidad de lo clásico, la territorialidad de lo vernáculo. Frente al orbe, el paisaje. Frente al latín, la lengua del pueblo. Vivimos aún inmersos en esa lucha; la muerte de las humanidades es su último capítulo.
Seguir leyendoSer de izquierdas
Muchos de mis amigos de izquierdas no me creen cuando les digo que yo también soy de izquierdas. Piensan que mi defensa de la unidad de España invalida cualquier coincidencia ideológica que podamos tener. De hecho, estoy seguro de que no habría tantas diferencias entre ellos y, por ejemplo, un partidario de la sanidad privada que, sin embargo, apoyara el derecho de autodeterminación de los pueblos. Para mis amigos, resulta sospechoso que yo no tenga alergia a la bandera, no ponga cara de escepticismo cuando se habla de algún hecho de nuestra historia digno de ser recordado y, sobre todo, no justifique que los territorios (como ocurría en la Edad Media y como exigen ahora los partidos nacionalistas) tengan privilegios.
Seguir leyendoFascismos
Opina el comentarista político que Giorgia Meloni es fascista, que Italia es un peligro para el resto de Europa y que solo la volatilidad del voto de los italianos puede explicar que los de Fratelli d’Italia hayan obtenido tan buenos resultados en las últimas elecciones. Pero lo más importante (añade) es que la ultraderecha está renaciendo en todo el continente y nadie parece preocupado. Así que, según él, urge un pacto entre los partidos democráticos para que los hermanos de Italia sepan (concluye en un calculado arrebato poético) que «con la fraternidad de los europeos no se juega».
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