España nunca tuvo un Renacimiento o un Barroco, ni siquiera una Baja Edad Media. Todas esas épocas se concretan en un continuo, en una coherencia cultural que empieza en el siglo XIV y llega hasta principios del XVIII, coincidiendo con el cambio de dinastía. Semejante coherencia nos hizo escribir, pintar, investigar y vivir de manera distinta al resto de Europa. Y no por motivos de raza, de lengua o de religión, sino porque fue durante esos cuatro siglos cuando existió un pensamiento genuinamente hispánico.
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Poesía española
No hay poesía que consiga revelar una lealtad tan profunda hacia lo popular como la española. Ni tan prolongada en el tiempo. Lo constata una forma métrica como el romance, que proviene de la oralidad y hunde sus raíces en los antiguos cantares de gesta medievales, pero que sigue utilizándose sin apenas variaciones hasta el siglo XXI. O esa costumbre tan característica del poeta renacentista que lo lleva a encontrar inspiración en el cancionero tradicional al mismo tiempo que adapta las novedades métricas y temáticas que llegan de Italia; procedimiento este que volveremos a ver a principios del siglo XX, cuando los autores del 27 mezclen romance y surrealismo, flamenco y vanguardia.
Seguir leyendoFrancia es un fake
Siempre me ha parecido que la historia de Francia está sobrevalorada. A poco que uno atienda a los hechos más relevantes de sus últimos cuatro siglos, observará que su aportación al mundo no ha sido tan determinante como la mayoría de los historiadores se ha empeñado en señalar. Y más si se tiene en cuenta que casi todo lo que ha emprendido ha fracasado estrepitosamente. En realidad, su supuesta grandeur dura lo que dura Luis XIV en el trono, y aun así, su tentativa de imperio americano sale terriblemente mal.
Seguir leyendoLa mala suerte
Mala suerte no es que un arcabuzazo te deje inútil de una mano para siempre, ni que pases cinco años de cautiverio en los baños de Hasan el Veneciano. Tampoco que, a tu regreso a España, descubras que el mundo ha seguido girando sin ti y que todo empieza a sonarte irremediablemente a chino, o que, a pesar de ser un héroe de guerra, todo el mundo te ignore y se te impida comenzar de nuevo en el paraíso americano. Ni siquiera que te empeñes en dedicarte al teatro en el siglo en el que Lope es el rey indiscutible de la escena (esto no es mala suerte, por supuesto, sino una temeridad como una casa).
Seguir leyendoSave the past!
Yo soy de los que creen que solo existe el pasado, que la única materialización posible de los acontecimientos se realiza cuando estos ya han sucedido, y que tanto el futuro como el presente son construcciones mentales basadas, respectivamente, en la proyección de una memoria episódica, y en el espejismo de un continuo que nos induce a pensar que vivimos en el ahora. No, ni el mañana ni el ahora se dan jamás en nuestra vida, ni se asumen como tales porque son inaprensibles; ambos fluyen en una dirección y solo pueden ser concebidos cuando se represan en el recuerdo. El mañana y el ahora son, en el fondo, puro ayer.
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