Yo soy de los que creen que solo existe el pasado, que la única materialización posible de los acontecimientos se realiza cuando estos ya han sucedido, y que tanto el futuro como el presente son construcciones mentales basadas, respectivamente, en la proyección de una memoria episódica, y en el espejismo de un continuo que nos induce a pensar que vivimos en el ahora. No, ni el mañana ni el ahora se dan jamás en nuestra vida, ni se asumen como tales porque son inaprensibles; ambos fluyen en una dirección y solo pueden ser concebidos cuando se represan en el recuerdo. El mañana y el ahora son, en el fondo, puro ayer.
Seguir leyendoMes: marzo 2022
Tetrálogo de las lenguas de España
1. La lengua es una facultad exclusivamente humana que depende de sus usuarios, que son los que la crean y la hacen cambiar, y también quienes, llegado el momento, dejan de hablarla. Esto significa que, por sí misma, una lengua ni nace ni muere, tampoco recibe agresiones o amenazas, no es depositaria del espíritu de ningún pueblo y mucho menos posee derecho a algo. Es una simple herramienta y no un ente con capacidad de raciocinio, así que son los hablantes los únicos que tienen derechos. Si se atribuyen derechos a las lenguas, habría que otorgárselos también a las llaves inglesas o a las bombillas.
Seguir leyendoViejos
Los viejos siempre han sido un incordio. Si no fuera por ellos, las largas marchas del clan habrían avanzado con más rapidez a través de los glaciares, y las civilizaciones posteriores, dependientes de su autoridad moral y de una tradición instituida por ellos mismos, no habrían tardado tanto en progresar. Menos mal que a los griegos se les ocurrió decir un día que la auténtica belleza residía en la marmórea dureza de los cuerpos jóvenes, y que después a los cristianos les dio por obsesionarse con el futuro, que es el mayor enemigo de la vejez, porque, a partir de esos instantes, cada época ideó una manera de quitárselos de encima: el Renacimiento, con su culto a la individualidad, los convirtió en locos ridículos que se creían personajes de novela; el Romanticismo, con su amor por la originalidad, los excluyó del arte y de la literatura, y, ya en el siglo XX, las vanguardias, con su fascinación por la novedad, sencillamente los olvidaron por completo.
Seguir leyendoPara que calen nuestros clásicos
Todavía sigo leyendo en mis clases algunas obras de nuestro canon literario, pero no por una cuestión de resistencia contra la estupidez pedagógica que ha acabado con la enseñanza española, sino por pura cabezonería de viejo cascarrabias. Como sé que la batalla hace tiempo está perdida, lo que era una actitud combativa a favor de los clásicos durante mis primeros años en la trinchera, hoy se me ha convertido en unas nada heroicas ganas de llevar la contraria. O sea, que lo mío es algo más personal que altruista.
Seguir leyendoAntes de la nube
Los que hemos nacido y crecido antes de la nube no estamos bien últimamente. Y no creo que se trate de una proyección en los otros de lo que me ocurre solo a mí. Hay un desconcierto compartido, lo noto cada vez más. Sé que la mayoría intuimos que algo se nos está yendo, algo que es más profundo y arraigado que los hábitos cambiantes y las concepciones efímeras de una época. A veces queremos normalizar esa intuición y la atribuimos a la consabida constante que siempre ha hecho que las generaciones se miren con recelo. Pero no, es mucho más que eso. Es un observar alrededor, un preguntarse qué coño está pasando aquí. Es un no entender cada vez más acuciante que amenaza con hacer que terminemos no entendiendo absolutamente nada.
Seguir leyendoNiños
Este año cumplo dos décadas dedicado a la enseñanza y creo que nunca me he sentido tan alejado de ella como ahora. Es una sensación que ha ido creciendo en mi interior a lo largo del último lustro y que ha terminado de fraguarse en estos tiempos de pandemia. Cada vez veo a mis alumnos menos adolescentes y más niños. Si fuera maestro de primaria, estaría acostumbrado a verlos así, pero puesto que pertenezco al cuerpo de profesores de enseñanza secundaria, no estoy preparado para entenderlos. Puedo lidiar con el caos hormonal de la primera juventud, pero no con los últimos estertores de la infancia.
Seguir leyendoSin épica
Del mito al logos, pero también del mito al epos (la palabra que sirve para narrar). Son las dos sendas que recorre el pensamiento occidental. Por la primera transita la filosofía; por la segunda, la literatura. La primera se llamará en un primer momento física; la segunda, épica. Quizá sea en esta última donde resida la prueba más incontestable de que la concepción judeocristiana y marxista de la historia, siempre apuntando hacia el futuro en una línea recta que alberga la promesa de un final, es una burda mentira. Habitamos una espiral que avanza, sí, pero que también vuelve sobre sí misma en un plano diferente, como un mandala vertiginoso e infinito, sin un origen claro y, por supuesto, sin objetivo, sin redención.
Seguir leyendoHuevos con beicon
En 1925 una compañía cárnica, la Beech-Nut Packing Company, contrata a Edward L. Bernays, el padre de la publicidad y de las relaciones públicas, para que incremente las ventas de beicon. Bernays pregunta a cinco mil médicos qué es más aconsejable, un desayuno consistente o uno frugal. Los médicos se decantan mayoritariamente por la primera opción, así que el publicista filtra a los medios el resultado magnificando el dato menor de que algunos especialistas han recomendado el aporte de proteínas y grasas en forma de huevos y beicon. Los periódicos informan sobre el asunto como si hubiera sido fruto del análisis médico, y durante meses no se habla de otra cosa en la calle, en las tertulias y en las conferencias. De esta forma un solo señor, Edward L. Bernays, movido por los intereses particulares de un cliente, no solo cambia los hábitos alimenticios de toda una nación, sino que es capaz de influir en el consenso científico.
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