El español es actualmente el segundo idioma del mundo con más hablantes nativos (cerca de 493 millones), el segundo más estudiado con 23 millones de alumnos en todo el mundo, y uno de los que más proyección tienen en el futuro, pues se calcula que unos 700 millones de personas lo hablarán en 2050. Es también la tercera lengua más utilizada en Internet y la segunda más hablada en EE.UU., donde se prevé que, para el año 2060, el 27% de la población será de origen hispano, por lo que no resultaría descabellado suponer que un día pudiera haber un presidente hispanohablante rigiendo el destino de la (por ahora) primera potencia económica y militar del planeta.
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El profesor de secundaria
No hay nadie en este país que cometa al día tantas faltas, tantas ilegalidades, como el profesor de secundaria. De hecho, lleva tanto tiempo cometiéndolas que ya forman parte de la esencia de su labor. Puede parecer lo contrario, pero cuando el doctor Jenkyll cierra la puerta de su aula, empieza a crecer la sombra del señor Hyde. Donde debiera haber actividades basadas en proyectos, se alza una clase magistral sobre la célula, y donde juegos y recursos informáticos, se interponen los dictados y los copiados de toda la vida. El profesor de secundaria se matricula en cursos de innovación educativa y asiente con sonrisa servil a las recetas de orientadores y pedagogos, sin embargo, después, a la hora de la verdad, termina haciendo lo que quiere, es decir, exactamente lo contrario.
Seguir leyendoLos cinco continentes
Uno de los momentos más reveladores que he tenido en la enseñanza fue cuando impartí clases de 1º de ESO en el programa de Compensatoria. Cierto día, tras la lectura de un texto sobre viajes alrededor del globo, se me ocurrió preguntar a mis alumnos si podían decirme los nombres de los cinco continentes habitados. Uno respondió que el único que conocía era Brasil y otro que solo se acordaba de Bélgica y de Rusia. Entonces, algo asustado, extendí un mapamundi en la pizarra y señalé los continentes que existían oficialmente hasta el momento; ni siquiera viendo los perfiles geográficos supieron reconocerlos. Aquellos chavales pasaban por muchas dificultades personales y familiares, pero no eran tontos. A poco que algo les interesara, lo absorbían inmediatamente. Y sin embargo, además de leer y escribir peor que un niño de seis años, carecían de los conocimientos básicos que, en teoría, un país desarrollado como España debía facilitar a sus ciudadanos.
Seguir leyendoEl mayor enemigo del progreso
Primero es el huevo y después la gallina, o, lo que es lo mismo, primero existe el sistema productivo y luego se concibe un sistema educativo que se adapte a él lo mejor posible. De hecho, la educación pública se universalizó durante la Revolución Industrial porque un gran número de trabajos relacionados con la industria, el comercio y los servicios requería la habilidad de leer, escribir y realizar operaciones matemáticas sencillas. La realidad siempre es decepcionantemente prosaica: si los estados han invertido en capital humano y en educación ha sido por las necesidades económicas del momento, no por imperativos morales o filantrópicos.
Seguir leyendoLa aristocracia de la tilde
La mayor parte de las faltas de ortografía que cometen mis alumnos son faltas de acentuación. Ellos se desesperan con la intransigencia con que suelo corregirlas, y siempre terminan haciendo la consabida pregunta de todos los años: para qué sirven las tildes si se puede entender un texto sin ellas. Yo entonces, harto de tener que justificar la utilidad de lo que enseño en clase, les digo que, para mí, las tildes son lo que para un alemán, por ejemplo, es el motor de un BMW, es decir, algo de lo que sentirse orgulloso. Porque, como los automóviles en Alemania, las reglas de acentuación son de las pocas cosas que, en los tiempos que corren, funcionan bien en nuestro país.
Seguir leyendoQue le den
Creo que ha llegado la hora de que los profesores de literatura captemos el mensaje que los políticos nos envían con cada nueva ley educativa. En el mundo que estos llevan décadas inventándose, no hay lugar para disciplinas como la nuestra. Su distopía cutre y pueblerina hace tiempo que exige que esté prohibido aquello que no tenga ninguna aplicación social o que evite que el alumno sea empaquetado y servido en el mercado laboral del futuro sin que al menos se plantee por qué el mundo se parece cada vez más a una serie de Netflix. España no puede permitirse que sus camareros, sus putas y sus guías turísticos hayan leído el Quijote, ni tampoco que sus médicos o sus ingenieros sean capaces de experimentar placer estético alguno o sentirse tentados por cierta curiosidad improductiva.
Seguir leyendoPara que calen nuestros clásicos
Todavía sigo leyendo en mis clases algunas obras de nuestro canon literario, pero no por una cuestión de resistencia contra la estupidez pedagógica que ha acabado con la enseñanza española, sino por pura cabezonería de viejo cascarrabias. Como sé que la batalla hace tiempo está perdida, lo que era una actitud combativa a favor de los clásicos durante mis primeros años en la trinchera, hoy se me ha convertido en unas nada heroicas ganas de llevar la contraria. O sea, que lo mío es algo más personal que altruista.
Seguir leyendoNiños
Este año cumplo dos décadas dedicado a la enseñanza y creo que nunca me he sentido tan alejado de ella como ahora. Es una sensación que ha ido creciendo en mi interior a lo largo del último lustro y que ha terminado de fraguarse en estos tiempos de pandemia. Cada vez veo a mis alumnos menos adolescentes y más niños. Si fuera maestro de primaria, estaría acostumbrado a verlos así, pero puesto que pertenezco al cuerpo de profesores de enseñanza secundaria, no estoy preparado para entenderlos. Puedo lidiar con el caos hormonal de la primera juventud, pero no con los últimos estertores de la infancia.
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