Es difícil que haya una autoridad tan respetada como la que emana del diagnóstico de un psicólogo. Ni tan ubicua. Actualmente, el discurso psicológico está en todas partes: tras una catástrofe natural dando aliento a los afectados, en el corolario de cualquier noticia ofreciendo su acreditado punto de vista, o incluso en la resolución de un intrincado caso policial facilitando un perfil minucioso del delincuente. La razón de este éxito reside en que la psicología trasciende los muros académicos y es asumida por la gente como una coartada científica que puede justificar muchos de sus comportamientos. Los psicólogos no solo otorgan una explicación al caos del universo, sino que ahora, vacías las iglesias, son el único consuelo de las penalidades del alma. En la era de la vulnerabilidad, la psicología es el nuevo sacerdocio.
Seguir leyendoMes: octubre 2022
Contra la escritura
Si nuestros 300 milenios sobre la faz de la tierra equivaliesen a una vida, los humanos llevaríamos poco más de un año utilizando la escritura. El alfabeto es una novedad tan reciente que aún podemos considerarlo una anomalía. Somos seres orales. A través de los sonidos que producen las palabras cuando se pronuncian y de las ideas que atesoran cuando se descifran, transmitimos en su día la sabiduría de la especie. Como el conocimiento no quedaba fijado en ningún sitio, tuvo la duración de la existencia humana y estuvo en completo movimiento: de boca a oreja, de madre a hija, de maestro a alumno. Cuanto se perdía por el camino era renovado en cada generación mediante un nuevo hallazgo o con una nueva versión de lo que había.
Seguir leyendoRetrasados
He descubierto la música de los noventa con treinta años de retraso. Llevo un tiempo escuchando insistentemente Loveless en mis auriculares, y me pregunto dónde estaba yo metido en aquella época para haber ignorado esta obra maestra de My Bloody Valentine. No es la primera vez que me sucede algo así. Me ha pasado con Paul Auster, por ejemplo; leí Leviatán hace un año y me hice la misma pregunta. Se supone que cada generación tiene una geografía común, un talismán que convierte en cómplices a sus miembros, momentos del pasado donde todos han coincidido puntualmente. Pero existe una minoría de personas que siempre llega tarde.
Seguir leyendoUn género menor
Los novelistas no saben que la novela es hoy un género menor. Incluso parece que han olvidado que, en más de cuarenta siglos de historia literaria, la novela únicamente ha sido importante en los últimos doscientos años. Tiene su momento de esplendor durante la segunda mitad del siglo XIX y la primera del XX, cuando se convierte en un producto creado a la medida de la burguesía, que, por entonces, goza del suficiente tiempo libre como para leer tochos de novecientas páginas. Es cierto que la novela moderna nace con el Quijote, pero el género no se entiende sin las aportaciones posteriores del realismo y del naturalismo. Al burgués de esas épocas (y de todas) no solo le gusta que le hablen de lo que conoce, sino que lo hagan estimulando su sentimiento de culpa. Y la novela, desde entonces, ha sido el cilicio más adecuado para que las conciencias burguesas se flagelen entre sí.
Seguir leyendoÜber alles
Alemania es, por encima de todo, lo peor que le ha pasado a Europa en los últimos quinientos años. No solo ha estado presente en la mayoría de matanzas que, desde las guerras de religión iniciadas tras el cisma protestante, han asolado el continente, sino que ha sido la cuna de delirios políticos y filosóficos tan nocivos como el nacionalismo. Alemania, y los diversos nombres que ha adoptado antes de la unificación, ha ido envenenando Europa batalla a batalla, doctrina a doctrina. Está en su naturaleza hacerlo, no por deseos expansionistas en realidad, sino por una pulsión ancestral de muerte, heredera del mito pagano del Ragnarok. Alemania es, junto con Francia, quizá la nación más nihilista del planeta.
Seguir leyendoPro nostalgia
En la Dissertatio Medica de Nostalgica oder Heimweh, publicada en 1688, el médico alsaciano Johannes Hofer inventa un término para definir la tristeza que ha observado en algunos soldados suizos que están lejos de su patria. Aunque en alemán ya tiene un nombre, Heimweh (deseo intenso de estar en casa), Hofer une magistralmente los vocablos griegos nóstos (regreso) y álgos (dolor), y deja para la posteridad la hermosa palabra «nostalgia», «el dolor del regreso», la melancolía que provoca el afán por volver al hogar, que es a la vez espacio y tiempo, tierra originaria y pasado. La nostalgia es un viaje que suele culminar en el interior de uno mismo, porque es a uno mismo a donde siempre se regresa.
Seguir leyendoNacer viejos
En el mundo de los niños eternos, nacer viejo es un estigma que hay que llevar con discreción. Los que hemos nacido viejos sabemos que estamos obligados a nadar contra corriente en un enorme océano de puerilidad y sensiblería. Cuanto más denso y asfixiante es, más revelador se vuelve. Hombres que se comportan como adolescentes compulsivos. Mujeres que creen que pueden detener el paso del tiempo. Cada vez resulta más difícil ver en la calle a representantes de ese lapso intermedio que fue la madurez. Por vestimenta, actitud, gusto o aspiraciones, todos son niños de espíritu o ancianos de cuerpo. En un mundo así, nacer viejo significa no encajar en ningún sitio.
Seguir leyendoEspaña
España es el nombre del país donde nací. No recuerdo si mis padres me lo dijeron de pequeño o si lo descubrí por mi cuenta. Supongo que llegué a España con naturalidad, como hacen todos los españoles, en una página de mis libros de texto o en una línea leída con esfuerzo que no entendí al principio. Luego imagino que fui consciente de que España iba unida al idioma que hablaba, a la silueta de una península en un mapamundi, al paisaje que veía desde aquel Dos Caballos de los primeros viajes con mi familia.
Seguir leyendoPausa hispánica
La relación de lo sucedido en los festejos no escatima detalles. Se celebra el nombramiento de don Juan de Mendoza y Luna, marqués de Montesclaros, como nuevo virrey del Perú, y las autoridades deciden organizar unas justas en su honor. Desfilan siete carros muy bien engalanados, llevando todos ellos un cortejo donde no faltan la música de atabales y chirimías ni los colores encendidos de los ropajes tradicionales de la zona. Vemos en la parada al fornido Bradaleón, al dios Baco, a la Ira, a la Pobreza, al Demonio, a la Blasfemia, al Caballero Antártico vestido de Inca, al Dudado Furibundo, al Caballero Venturoso y al Caballero de la Selva. Hasta aquí, nada extraño. Pero entonces alguien aparece:
Seguir leyendoSobre el miedo
No lo sabíamos todo sobre el miedo. Aunque lo habíamos conocido en situaciones donde lo sentíamos, jamás habíamos experimentado el miedo colectivo. El veintiuno es el siglo en el que las sociedades vuelven a tener miedo: al terrorista, a la pobreza, a la enfermedad, a la guerra, al fin del mundo. Pero nos ha marcado a unos más que a otros. Para los más jóvenes, que no han conocido otra cosa, el miedo no es tan perceptible como para quienes hemos vivido a caballo entre dos centurias. Es muy difícil que ellos puedan concebir una realidad sin controles de equipaje en los aeropuertos, sin puertas cerradas en los institutos, sin espacios seguros en las universidades o sin padres helicóptero en todas partes. No conocen más reglas que las de la incertidumbre y la desconfianza. Nosotros, en cambio, provenimos de otro universo donde la seguridad todavía no era el único valor del rebaño ni una consigna política que podía ganar elecciones.
Seguir leyendo